UNA CURA PARA LA ANSIEDAD

La ansiedad es una lluvia de «¿Y sí?» ¿Y si no cumplo con la meta de ventas? ¿Y si no podemos costear los útiles para los niños? ¿Y si mis hijos tienen los dientes torcidos? ¿Y si eso evita que tengan amigos, una carrera, una esposa? La ansiedad es vivir la vida llena de todo tipo de preocupaciones.

¿Tienes el corazón lleno de preocupaciones? ¿Necesitas un poco de calma? Si es así, no estás solo. Conquistar la ansiedad y la preocupación requiere un esfuerzo de tu parte, pero puedes estar seguro de que no es la voluntad de Dios que vivas en ansiedad constante. Dios ama a sus hijos.

En Filipenses 4.4, Pablo ofrece lo que podría ser considerada una «prescripción o receta médica» para la ansiedad y las preocupaciones. Pero es interesante que esta comienza con un llamado: «Regocijaos en el Señor siempre». Pablo usó cada elemento en este versículo para captar la atención de sus lectores. Primero usa un verbo para que ellos escuchasen «¡regocijaos, continua y habitualmente!». Y si la conjugación del verbo no fue suficiente, eliminó la fecha de expiración: «Regocijaos en el Señor siempre». Y si todavía eso no fue suficiente, repitió el mandamiento: «Otra vez digo: ¡Regocijaos!».

¿Pero cómo obedeces este mandamiento? Reconociendo la soberanía de Dios. Las personas controladoras son las más estresadas. Cuanto más tratan de controlar el mundo, más se dan cuenta de que no pueden hacerlo. La vida se vuelve un ciclo de ansiedad, derrota; ansiedad, derrota; ansiedad, derrota. Pero cuando reconoces que el Señor está en su trono celestial le permites que él tome en control. Entonces Dios calma tus temores, no quitando el problema, sino revelando su divino poder y presencia. Tu ansiedad disminuye en la medida que aumenta tu entendimiento de Dios.

La próxima vez que temas al futuro, regocíjate en la soberanía del Señor. Regocíjate en lo que él ha logrado. Regocíjate en que él es capaz de hacer lo que tú no puedes. Llena tu mente con pensamientos acerca de él. Cuando veas los problemas dobla tus rodillas. Intencionalmente llena tu mente de pensamientos sobre tu rey. No te pierdas en los problemas. Atrévete a creer que cosas buenas sucederán. Examina lo que sostiene tu fe, y asegúrate que crees en Dios confiando en que él está en control.

También, date cuenta de que Dios te ha liberado de culpa y del arrepentimiento que puede estar causando tu ansiedad. Culpa sin resolver puede convertirte en una persona que se esconde, huye, niega y finge. La culpa puede absorber la vida de tu alma. Pero la gracia restaura la vida y te permite aceptar el perdón de Dios. El resultado es regocijarte ilimitadamente, confiado en la soberanía de Dios.

El Padre tiene los brazos abiertos, sométete por completo a su cuidado. Cuando lo hagas, descubrirás que es posible, ¡sí, es posible! estar ansioso por nada.

Responde:

¿Es el regocijarse una opción? ¿Qué es para ti regocijarse en el Señor?

¿Cuánto confías en que Dios tiene el control sobre tu vida? ¿En qué forma has visto la soberanía de Dios actuar en tu vida?

¿Cómo puede ayudarte el pasar tiempo con Dios a regocijarte en el Señor siempre?

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