GANANDOLE EL JUEGO A LAS MALAS DECISICIONES

¿Te has sentido así? ¿Como si la mayor parte del día se hubiera desperdiciado sin ninguna posibilidad de tomar buenas decisiones? Mañana será un nuevo día; el de hoy no fue nada bueno. Tomamos la misma mala decisión cuando se trata de la comida: No seguí mi dieta para el almuerzo, así que voy a comer en exceso en la cena y disfrutar de un pastelito antes de dormir. Debería haber tenido un buen desayuno saludable, pero como no lo tuve, todo el día fue un desastre. Lo haré mejor el lunes… o el próximo mes.

¿De dónde sacamos la idea de que una mala decisión debe ser seguida por otra? Quizás de no entender el verdadero significado de un versículo escrito por el profeta Jeremías en el libro de Lamentaciones y citado con cierta frecuencia: El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!

Lo que un versículo de la Biblia no quiere decir es tan importante como lo que quiere decir. Jeremías no está diciendo que una nueva mañana sea el único tiempo en que vayamos a recibir misericordia. No hay nada místico relacionado con el reloj que marca la medianoche. Las mañanas no son el único momento en que Dios repone sus misericordias. Nuestro plan de servicio telefónico puede cambiar en cualquier momento, pero eso no ocurre con la devoción que Dios nos ha asignado.

Lo que Jeremías enfatiza es que siempre tendremos una nueva oportunidad, porque así de bueno es Dios. Nosotros tenemos la opción de acudir a él por la mañana, al mediodía o por la noche, una vez al día, nueve veces al día, cada hora si lo necesitamos, y solicitar la ayuda que nos haga falta para vencer en la batalla en la que en un momento dado nos encontremos. No tenemos que esperar al comienzo del día. Podemos buscar la gracia cuando la necesitemos.

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